TRES DE CADA CUATRO EUROS SE QUEDAN EN LA CAPITAL
Las cifras están aquí. Y reflejan hasta qué punto la inversión extranjera directa en España discrimina en función de la comunidad autónoma a la que se destinan los flujos. Cataluña -con un peso en relación al PIB nacional del 18,7%- tan sólo capta el 12% de la inversión extranjera; mientras que la Comunidad de Madrid -con unaponderación equivalente al 17,6%- acapara nada menos que el 76,4%. O dicho en otros términos, tres de cada cuatro euros que llegan a España en inversión directa (no se trata de operaciones financieras sino de carácter productivo) se destinan a la capital y su zona de influencia económica.
Los datos se refieren al primer semestre de este año, pero no son ninguna excepción. Al contrario. Tradicionalmente, la Comunidad de Madrid -donde se ubica la sede fiscal de la mayoría de las multinacionales y de las grandes empresas españolas- ha absorbido la inmensa mayoría del dinero procedente del exterior, y que se destina, fundamentalmente, a la industria manufacturera (27%), actividades financieras y seguros (20%) y energía eléctrica (17%). Entre 2003 y el primer trimestre de 2012, Madrid recibió 92.414 millones de euros en inversión extranjera, lo que representa el 62% del total, muy lejos del 15% de media que recibió Cataluña pese a tratarse de dos regiones con una economía similar en términos cuantitativos.
Los datos son oficiales y proceden del Registro de Inversiones, y son, en cualquier caso, anteriores al debate sobre la independencia de Cataluña, por lo que no reflejan el proceso soberanista. Lo que sí muestran, como sostiene el informe de Economía, es que “la concentración en la Comunidad de Madrid se acentúa” a pesar de que los flujos que le llegan disminuyen un 40%.
La causa de este fenómeno tiene que ver con el enorme descenso de la inversión extranjera en España. Nada menos que un 60% como consecuencia de la intensadesaceleración de la economía mundial.
Las cifras del departamento de Comercio revelan, en concreto, que mientras la Comunidad de Madrid recibió 4.637 millones en el primer semestre, Cataluña sólo captó 728 millones. Estas cifras son netas, ya que excluyen las operaciones decarácter financiero, denominadas ETVE (Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros).
Un reparto (muy) desigual
En todo caso, lo que ponen de manifiesto es el enorme peso de Madrid (y, en mucha menor medida, Cataluña) en la economía nacional en términos de inversión extranjera. Las quince comunidades restantes -con un peso del 64% en la economía española- apenas reciben el 11,6% de los flujos exteriores, lo que provoca grandes desequilibrios territoriales. Nada menos que once comunidades (además de Ceuta y Melilla) recibieron en el primer semestre menos de 50 millones de inversión extranjera, lo que pone de relieve lo dramático de la situación para la gran mayoría de las regiones.
Hay que tener en cuenta que el 84% de la inversión (denominada en la jerga comercial greenfield) es de nueva producción, lo que revela la importancia de este tipo de operaciones para las economías locales. Países Bajos y Luxemburgo -en este caso por razones fiscales- y Alemania son el origen inmediato de la inversión extranjera en España. Aunque lo relevante es el país de origen último -que es en realidad quien hace la inversión-, y en este caso los estados con mayor peso son EEUU y Alemania.
Según este informe, publicado recientemente en la revista Información Comercial Española (ICE), los sectores de alta intensidad tecnológica, de metales y productos metálicos y de maquinaria y equipos muestran “una correlación positiva y de alta sensibilidad a los flujos de inversión directa extranjera recibidos”. Es decir, son más proclives a recibir dinero del exterior. Esta respuesta es “más débil” en el caso de otros sectores de intensidad tecnológica media-baja. Existen, además, otros factores más difíciles de medir, como la lengua, las regulaciones administrativas o el grado de apertura de una economía.
En los últimos años, el techo de la inversión extranjera se produjo en 2008, cuando llegó a representar el 4,8% del PIB, si bien un año después -con la Gran Recesión- ese porcentaje se desplomó hasta el 0,7% del Producto Interior Bruto. En 2011, se situó en el 1,8% del PIB.
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